GRACIAS POR VISITAR LAS PUBLICACIONES DE MISTICOYESOTERICOS
DIJE CIPRIANO EN PLATA
MIDE DE FRENTE 2,5 CM.
PESO APROX 7 GR. SE ENTREGA CON CADENA DE ACERO
Ninguna figura en la Cristiandad Católica está rodeada de más misterio y confusión que el más oscuro de los santos, San Cipriano. Aunque fue uno de los santos menos conocidos,fue considerado el patrono no oficial de paganos, magos y necromantes durante muchos siglos. Eventualmente, sin embargo, fue removido del calendario oficial del santoral Católico.
La Historia, la Leyenda: A menudo confundido con San Cipriano de Cartago, San Cipriano de Antioquía fue un poderoso hechicero pagano, que vivió en el corazón del mundo Helenístico durante finales del siglo tercero. Fue connotado por su destreza haciendo pociones y por su maestría sobre los habitantes de los reinos infernales. Tenía una reputación de no sólo ser un versado hechicero, sino uno que prestaría sus habilidades a quienes tuvieran el dinero para costearlo.
La historia cuenta que fue contratado por un cliente para ganar los afectos de una joven cristiana llamada Justina. se dice que conjuró a sus demonios y los envió tras Justina. Cuando los demonios llegaron con las garras extendidas, Justina los rechazó y desterró meramente haciendo la señal de la cruz. Asombrado por cuán fácilmente sus poderes fueron frustrados y tocado por la fortaleza de su fé, el hechicero renunció a sus modos y se convirtió en un devoto cristiano, eventualmente convirtiéndose en el Obispo de Antioquía donde se alzó a la fama por sus milagrosos dones de espíritu.
Durante la persecución del Emperador Diocleciano, Justina y el Obispo Cipriano fueron ambos capturados y torturados -en un caldero hirviente según algunos- y posteriormente decapitados. Debido a su inquebrantable fe, sus vidas milagrosas y la condición de martirio, ambos fueron elevados a la santidad.
La más prominente de las leyendas referidas a San Cipriano indicaba que aunque su conversión fue auténtica, no renunció a sus modos de hechicero y continuó practicando como necromante desde dentro de la iglesia, usando su arte a beneficio de su gente. Se rumorea incluso que debido a su íntimo conocimiento de los espíritus fue el autor de varias oraciones de exorcismos registradas en el Libro de Oraciones Sacerdotal. En todas las leyendas San Cipriano permanece como un vínculo único entre las prácticas de la Iglesia y las prácticas de lo Oculto. Más importante, San Cipriano demuestra el elemento paradójico de la Cristiandad popular que abraza las artes mágicas.
De manera interesante los textos atribuidos a San Cipriano varían grandemente en sus contenidos; algunos eran libros de magia popular, algunos oraciones e instrucciones para sacerdotes sobre cómo lidiar con demonios y espíritus y otros contenían ritos oscuros de naturaleza macabra. Más allá de su contenido, o tal vez debido a que extendían su leyenda, los variados libros atribuidos a San Cipriano se volvieron populares. Fue a través de estos libros populares de España y Portugal que San Cipriano hizo el viaje atravesando el Atlántico y encontró su hogar en el Nuevo Mundo.
En América Central y Sudamérica San Cipriano floreció plenamente como el santo de los hechiceros y los practicantes espirituales y como tal fue figura prominentemente en obras que giran en torno a romper maldiciones, controlar espíritus y demás actos de maestría esotérica.
Símbolos Asociados con San Cipriano: Hay una variedad de símbolos y objetos que son a menudo asociados con San Cipriano y que se han desarrollado junto con su leyenda. El color púrpura es asociado con este santo, aunque el rojo, blanco y el negro pueden hallarse en algunas variaciones regionales. Es más común sin embargo, ver velas púrpuras o blancas dedicadas a él, o manteles de altares con los mismos matices. Es también común hallar crucifijos y rosarios en su altar y en algunos casos un pequeño caldero de hierro. El caldero es más comúnmente encontrado entre practicantes de Sudamérica donde su imagen es presentada de pie frente a un pequeño caldero flameante, quizás aludiendo a su tortura a manos de los hombres de Diocleciano. En estas tradiciones las ofrendas y oraciones son a menudo dejadas en el caldero y colocado frente a su imagen.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.